Poniendo fin al verano celeste.
Durante estas noches veraniegas y mientras “el carro” toca fondo, sobre nuestras cabezas se alza majestuoso el impresionante triángulo de verano, cuyos brillantes tres vértices o puntales nos indican que, en estas fechas estivales, son ellos los que dominan sobre el resto de objetos celestes.
La Osa Mayor (Ursa Major) y su característico asterismo conocido como “el carro” se encuentra hacia el Noroeste hundiéndose hacia el horizonte mientras espera la otoñada.
La estrella polar (Polaris) seguirá unos cuantos milenios más indicándonos el Norte en esa región bastante pobre estelarmente hablando y, justo en dirección opuesta a la Osa Mayor y pasando por la estrella polar y a la izquierda de ésta, nos encontramos casi de bruces con Casiopea (Cassiopeia) que, al contrario que el carro, su W característica se eleva paulatinamente, arrastrando tras de sí a Perseo (Perseus).
En torno a la Polar “orbitan” otras dos constelaciones bastante elevadas, se trata del impresionante Dragón (Draco) con su alargada y serpenteante cola y Cefeo (Cepheus), esposo éste de Casiopea según la mitología clásica.
Al Oeste de nuestra posición van encontrando el horizonte dos estrellas increíblemente brillantes; la rojiza Antares o el corazón del Escorpión (Scorpius) cuyo cuerpo pronto desaparecerá tras el horizonte y, más septentrional, la descomunal Arturo (Arcturus) perteneciente al Boyero (Bootes) buscando también su descanso otoñal. Jugueteando con la cola del Escorpión podemos observar a muy baja altura a Sagitario (Sagittarius) envuelta sobre las centrales profundidades de la Vía Láctea.
Entre el Escorpión y el Boyero otras dos constelaciones nos observan con timidez; la inmensa Ofiuco (Ophiuchus) y el héroe Hércules (Hercules). Capricornio (Capricornus), Acuario (Aquarius), Piscis (Pisces) y Aries (Aries) son las constelaciones zodiacales que cierran el horizonte hacia el Este.
En esa dirección y sobre Piscis se encuentra Pegaso (Pegasus) con su característico y gran cuadrado y como aferrada a él, la delicada Andrómeda (Andromeda), constelaciones que culminarán durante el próximo otoño.
No podemos olvidarnos de tres pequeñas constelaciones que revolotean en las proximidades del triángulo veraniego. Se trata de la Zorra (Vulpécula), la Flecha (Sagitta) y el Delfín (Delphinus), que incluyen varios objetos interesantes a los que debemos prestarles la atención requerida.
Después de este breve repaso por algunas de las constelaciones observables durante agosto, nos centraremos en el principal asterismo veraniego; el triángulo de verano. Esta geometría estelar formando un perfecto triángulo isósceles, está constituida por las tres estrellas más brillantes de las tres constelaciones incrustadas en lo más alto del cielo. Hablamos, por orden de brillo aparente, de Vega en la constelación de la Lira (Lyra), Altair en la constelación del Águila (Aquila) y Deneb en la del Cisne (Cygnus).
La primera de las tres constelaciones, la Lira (Lyra), es la que menos extensión ocupa en el cielo en comparación con sus otras dos compañeras y, quizá por este motivo, los dioses le otorgaron con la estrella más brillante del triángulo de verano: Vega (alpha lyrae) que luce espectacularmente brillante durante las noches de agosto en nuestro zenit. Mención especial requiere uno de los tesoros más bonitos del firmamento boreal; situándose a medio camino entre las estrellas Sheliak (betta lyrae) y Sulafat (gamma lyrae) nos encontramos con la nebulosa planetaria catalogada por Charles Messier como M57. Varias estrellas dobles y M56 serían otros de los objetos dignos de observación dentro de la parcela de la pequeña constelación de la Lira.
Con Altair, segundo puntal de nuestro triángulo de verano, nos adentramos en la constelación del Águila (Aquila). Esta majestuosa rapaz dirige su vuelo hacia el Delfín y la Flecha, como queriendo pasar entre ambas constelaciones. Un recorrido por todo su cuerpo nos mostrará las riquezas estelares que el fondo galáctico presenta en esta región. Y al igual que con la Lira, además de M11, podremos profundizar en su parcela con la ayuda de las correspondientes cartas estelares.
Para finalizar este breve repaso del cielo tardo-estival cerraremos nuestro triángulo veraniego con la más débil de las tres estrellas que lo conforman. Se trata de Deneb, perteneciente a la constelación del Cisne (Cygnus). Este gigante alado vuela en dirección contraria al Águila, siendo Deneb, al contrario de lo que pareciere, la cola de nuestro cisne.
Destacaremos entre sus tesoros celestes la estrella que constituye la cabeza. Hablamos de la famosa doble Albireo, que se nos muestra a través de pequeños instrumentos como una pareja con tonalidades tan sorprendentes como bellas. Una, la componente más brillante, muestra un color amarillo-dorado y la segunda componente y de menor magnitud lo hace con una tonalidad azul-turquesa que no dejará indiferente a quien tenga la oportunidad de contemplarlas a través del ocular. Igualmente aconsejamos el uso de cartas estelares para la observación en profundidad de tan bella constelación y de los tesoros que alberga.
Para profundizar más sobre cada una de las constelaciones mencionadas en este texto, aconsejamos el estudio detallado de cada una de ellas con el apoyo de las correspondientes cartas estelares.
Adolfo A. López
Asociación Astronómica Astrocieza.